by HRC Staff •
El reciente arresto de un soñador en Seattle agudiza la incertidumbre de muchos sobre el futuro de DACA bajo la nueva Administración.
Por Milagros Chirinos, Directora de Prensa Bilingüe-Español de HRC
El reciente arresto de un soñador en Seattle agudiza la incertidumbre de muchos sobre el futuro de DACA bajo la nueva Administración. Desde 2012, el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia significa para Sheridan Aguirre, Catalina Velasquez y Luba Cortés la posibilidad de “normalizar” sus vidas cotidianas cubriendo necesidades básicas como conseguir un puesto de trabajo, cursar estudios superiores o conducir un auto. El programa de “acción diferida”, cuyos solicitantes sumaron 861,192 en septiembre de 2016, sirve como amparo temporal para proteger de la deportación a miles de jóvenes indocumentados y brindarles más oportunidades.
“Me hizo sentir normal. Antes tenía que mentir sobre mi estatus legal o por ser queer. Fui uno de los mejores alumnos de la secundaria, pero siempre tuve miedo a ser deportado”, dijo Sheridan Aguirre, de 22 años y de origen mexicano. Gracias a DACA, el joven ha podido costearse los estudios superiores en la Universidad de Texas y trabajar en distintos lugares. Aguirre, el único soñador entre sus seis hermanos estadounidenses, llegó con su madre a Texas en busca de una vida mejor cuando tenía apenas un año.
“Ser un inmigrante queer e hispano, me ha dado una perspectiva empática con las demás personas y me ha dejado explorar el mundo con autenticidad”, comentó Aguirre, quien actualmente trabaja para la organización United We Dream, en Austin. Para Aguirre, lo más desafiante de la atmósfera política de estos tiempos son las posibles repercusiones en las personas transgénero, quienes asegura pueden ser deportadas sin razón alguna: “Si no los discriminan por su raza, los discriminan por su género”, dijo Aguirre.
La preocupación es compartida por muchos inmigrantes hispanos y LGBTQ a nivel nacional. Catalina Velasquez, de 29 años y de origen colombiano, conoce muy bien las barreras que existen para los jóvenes indocumentados y soñadores como ella. Su compromiso con problemas sociales de este tipo hace que Velasquez, una joven transgénero y residente del área de Washington D.C., sea una de las portavoces más importantes.
“Los soñadores estamos por todas partes: somos los compañeros de estudio o trabajo, amigos, vecinos…la gente se ha dado cuenta de nuestra presencia en la comunidad’, dijo Velasquez, quien llegó a este país acompañada de su familia cuando tenía 14 años en busca de asilo político, el cual les fue denegado. Años después, mientras Velasquez cursaba el primer semestre en la Escuela de Asuntos Exteriores de la Universidad de Georgetown; su padre, madre y hermana fueron deportados. Motivada por la injusticia social y con ganas de luchar por sus derechos, Velasquez amerita parte de su tranquilidad al programa de DACA.
“Siento que ha amplificado mi voz a nivel político y ha facilitado que represente a muchas personas. Me ha permitido también conseguir recursos, crear puestos de trabajo para otras personas y me ha impulsado a abogar por políticas públicas que sean justas”, comentó Velasquez, quien logró graduarse y salir adelante pese a las dificultades.
Poder pagar un alquiler de vivienda, comprar alimentos y contar con un seguro médico que pueda costear son los componentes dignificantes de recibir DACA, según Velasquez. El día de hoy, la joven trabaja en Consult Catalina, su propia firma de consultoría. Este logro personal le ha brindado la oportunidad de colaborar con muchos políticos y de hacer lo que le gusta.
Lo más gratificante de recibir DACA para Luba Cortés, de 23 años y de origen mexicano, es poder viajar, conducir y trabajar en justicia social por los derechos de todos. Cortés llegó a Nueva York a los cinco años junto a su madre y actualmente trabaja para Make The Road New York, una organización comunitaria en donde desempeña el cargo de Organizadora Juvenil de personas indocumentadas.
“Por miedo a la deportación empecé a investigar muchos temas y aprender sobre las leyes que amparan a los inmigrantes. Recomiendo que se informen y acudan a un abogado para ver posibles soluciones’, dijo Cortés. Para la joven queer y estudiante de sociología, este Gobierno “ataca todas sus identidades”. El camino ha sido largo y difícil, sin embargo, Cortés ha logrado obtener un estatus migratorio permanente. Su preocupación ahora se extiende a los 11.4 millones de indocumentados en los cuales se encuentra su madre.
“Me preocupan las personas que no tienen DACA, los padres que no tienen absolutamente nada y los avances legislativos que hemos logrado hasta ahora”, añadió Cortés.
La nueva Administración expresó que una de sus prioridades es deportar a miles de inmigrantes indocumentados que residen en el país. Dentro de los de 11 millones de indocumentados, se estima que 267,000 personas pertenecen a la comunidad LGBTQ. Las redadas de inmigrantes “sin papeles” han comenzado a tomar fuerza a nivel nacional, lo cual aumenta la incertidumbre sobre el cumplimiento de las protecciones federales. Se espera que la impredecible agenda política de Trump tome algún tipo de acción ejecutiva sobre el programa y sus beneficiarios.
El actual panorama político requiere que nuestras comunidades estén más unidas que nunca. El programa de acción diferida es un respiro para muchos jóvenes inmigrantes que quieren formar parte de la sociedad que los ha visto crecer. HRC continuará su compromiso con la gente que más lo necesita en estos momentos y seguirá luchando por alcanzar la igualdad para inmigrantes, refugiados y personas LGBTQ a nivel nacional y mundial.
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